“Muy preocupante” que México cambie el rumbo a energías fósiles: expertas

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“México realmente está dando pasos atrás. Es un triste ejemplo de la retórica de emisiones netas cero, pero que está completamente divorciada de la realidad, no se traduce en acciones reales”

Agencias/Notimexico.- Con su apuesta a las energías fósiles, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador mina el espíritu global de la lucha contra el cambio climático, al tiempo que sienta un presente peligroso que podría ser imitado por otras naciones.

Entrevistada por el periódico El Universal, Mariel Vilella, directora de Estrategia Global Zero Waste Europe, describe la situación en México como “realmente preocupante”, debido a que el gobierno está cambiando de dirección, de apoyos importantes para las fuentes renovables para volver a los combustibles fósiles.

“México realmente está dando pasos atrás. Es un triste ejemplo de la retórica de emisiones netas cero, pero que está completamente divorciada de la realidad, no se traduce en acciones reales”.

Hace referencia a la Agencia Internacional de la Energía, que en su informe anual resalta la urgencia de frenar la extracción de combustibles fósiles para evitar el escenario climático más catastrófico.

De cara a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26), que tendrá lugar en Glasgow desde el domingo, se trata de un escenario preocupante.

Con su comportamiento, continúa Vilella, México entra en la lista de países que tienen una narrativa de liderazgo en la lucha contra el cambio climático, pero que en la práctica están haciendo todo lo contrario. Otro de ellos es el anfitrión de la cumbre climática, Reino Unido.

“Este es un doble rasero súper peligroso porque está enviando un mensaje muy claro: el que no nos importa el cambio climático, no nos importa que haya temporales extremos que estén devastando las comunidades y desplazando a millones alrededor del mundo, no nos importan las siguientes generaciones y que tendrán que vivir en el caos climático”.

“Si a estos gobiernos les importara, realmente estarían desde ya siguiendo los consejos de la comunidad científica y estarían parando desde ya las inversiones en la extracción de combustibles fósiles, y otras industrias intensas como es la producción del plástico, la incineración, las cementeras”.

En lugar de construir refinerías, propone que el dinero sea usado para la transición hacia un mundo con energías renovables, la creación de empleos verdes, el desarrollo de sistemas de alimentos sostenibles y de residuos cero.

“Deberían poner la salud y las personas al centro de sus políticas, pero estos países están haciendo justo lo contrario”.

El riesgo es que estos comportamientos tengan un efecto en cadena, pues le quitan credibilidad a la política de cambio climático.

Afirma que los países llamados a desempeñar un papel de liderazgo, están obligados a dar ejemplo de buenas prácticas, y México es uno de ellos.

“Si los líderes no dan ejemplo, no habrá esa inspiración que se necesita para la transformación”, asegura.

La impresión que tiene Clare Shakya es similar. Afirma que el ver a países como México y Brasil renegar de sus promesas internacionales de acción climática supone un “significativo fracaso” que no pasará por alto.

Afirma que los inversionistas internacionales son conscientes de que los proyectos con alto contenido de carbono no son viables.

Por lo tanto, “podemos esperar que estos países vean reducir su capacidad para acceder a inversiones asequibles a causa de sus regresivas políticas”.

“Los consumidores también necesitan educarse y poner el clima en primer lugar día tras día. Los votantes deben exigir a sus gobernantes que valoren su futuro, así como el de sus hijos y nietos. El cortoplacismo es un mito de los economistas. Una y otra vez, comunidades y familias, toman decisiones encaminadas a proteger su futuro. Nuestros líderes deberían hacer lo mismo”, indica.

El panorama previo a la COP26 no es optimista. El último informe del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático estima que de seguir con el comportamiento actual, el mundo pasará la barrera de 1.5 grados entre 2030 y 2035, y sin fuertes acciones de mitigación a corto plazo, el objetivo de 2 grados podría superarse entre 2040 y principios de la década de 2050.

“Durante el último año, hemos visto mejoras en los compromisos; si se cumplen, el límite será de alrededor de 2.1 grados, pero de seguir con las emisiones actuales estamos en el camino indicado para superar los 3 grados”, dice Clare Shakya, directora del grupo de investigación sobre cambio climático del Instituto Internacional de Medio Ambiente y Desarrollo (IIED) con sede en Londres.

Afirma que los países del G20 son responsables del 75% de las emisiones. Si todos alinearan sus compromisos nacionales con la meta de cero emisiones netas para 2050, los termómetros no superarían los 1.7 grados.

“Demasiados miembros del G20 no están cumpliendo ni siquiera los objetivos establecidos, México y Brasil los han venido debilitando desde hace cinco años. Los objetivos fijados no son suficientes. Necesitamos ver planes creíbles con la inversión necesaria”.

La piedra en el zapato sigue siendo el incumplimiento de los compromisos, la falta de sintonía entre las metas y las acciones. Las naciones “impuntuales”, han sacado ventaja de la ausencia de instrumentos para hacer vinculantes las promesas hechas en el tablero global.

En el pasado se ha intentado darle al proceso un carácter obligatorio, pero muchos Estados se resisten a someterse a organismos de control y sanción.

“Tratar de acordar compromisos vinculantes es la razón por la que fracasó la cumbre de Copenhague. Algunos países no están dispuestos a acordar un tratado internacional que restrinja las decisiones nacionales, les resulta demasiado difícil, por lo que el Acuerdo de París se basa más bien en la rendición de cuentas”.

A pesar de la resistencia gubernamental, Vilella aboga por no abdicar ante la exigencia de que los Estados estén sometidos a un requerimiento legal y no solo de aspiración.

“No debemos renunciar a la existencia de mecanismo legales, debemos poner toda la presión en los gobiernos para que realmente desarrollen los planes de cambio climático con la mayor ambición, no solo a nivel de los objetivos de reducción de emisiones, sino también las acciones detrás”.

“Esa es la base, porque pueden tener objetivos ambiciosos, pero al final los planes contemplan acciones que no conducen a mitigar el cambio climático, como ocurre con la incineración de residuos”.

Advierte que de no avanzar en esa dirección, continuará habiendo una gran brecha entre los planes de acción nacional y los niveles de emisiones que teóricamente tendrían que ir a la baja.

“Para parar el cambio climático hace falta una acción muy urgente, mucho más transformadora, más profunda”, aunque resalta que el cambio de comportamiento no debe venir solo de los gobiernos, sino de todos.

También la Oficina para Europa del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) resalta la importancia de empujar hacia esa dirección.

“Para asegurarnos de que estamos en el camino correcto en el combate al peligroso cambio climático, es clave hacer vinculantes los compromisos nacionales que colocan a los países en una senda ambiciosa de reducción de emisiones”, dice a este diario un portavoz de WWF.

Los obstáculos que impiden dar este paso: ausencia de voluntad política, el problema de acceso al financiamiento climático y falta de tecnologías rentables y bajas de carbono.

“Todavía queda mucho por hacer en sectores como la aviación y la industria para desarrollar tecnologías que puedan ayudarnos a eliminar la mayoría de sus efectos nocivos sobre el medio ambiente”.

El Acuerdo de París se basa en tres grandes pilares: financiamiento, adaptación y el comunicar cada cinco años el estado de la implementación de las contribuciones nacionales (NDC) con el compromiso de aumentar el nivel de ambición.

Shakya afirma que los tres están fuera de curso. Por ejemplo, recuerda que las naciones más ricas prometieron destinar 100 mil millones de dólares al año para el financiamiento climático en los países de menos ingresos para el 2020. El último análisis estimó la brecha en 20 mil millones.

Vilella espera que esta cumbre ponga sobre la mesa el hecho de que muchos países tienen planes basados en la promesa de emisión neta cero, pero sin una fuerte base sólida que verdaderamente se traduzca en una mitigación del cambio climático.

“Es importante que tomen en serio el hecho de que cada cinco años se tiene que presentar a la COP un plan de mitigación nacional basado en soluciones reales y con más ambición (…) porque el progreso hasta ahora ha sido insuficiente”.

“Las promesas simplistas ya no serán suficientes. En París, la gente estaba dispuesta a aceptar promesas, Glasgow se trata de acción con los recursos adecuados”, advierte Shakya.

“Llegó el momento de saber si a nuestros hijos les estamos dando un mundo en el que puedan prosperar o si nos recordarán como la generación que fracasó”, apunta la investigadora.

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