Lanzar diamantes al espacio y otras ideas desesperadas para ‘salvar’ el planeta

0

Geoingeniería, evolución asistida, biocontrol… Científicos buscan remediar la destrucción del planeta a cambio de tener una naturaleza cada día menos natural, reflexiona la ganadora de un Pulitzer Elizabeth Kolbert en su último libro

Agencia Notimexico.- En un laboratorio acuático de Australia, un grupo de científicos simula una puesta de sol. La luz es tenue y la temperatura del agua es templada, perfecta para que los corales encerrados en tanques se lancen a procrear. Allí, entre óvulos y espermatozoides flotantes, entre científicos intercambiando gametos en cubos, la reportera medioambiental de ‘The New Yorker’, Elizabeth Kolbert, ganadora del premio Pulitzer, comenzaba a madurar una idea. «Empecé a ver un patrón en la forma de pensar de la gente», asegura a ABC. El de personas que intentan remediar con métodos científicos y tecnológicos lo que la propia humanidad está destruyendo: la naturaleza, las especies, el planeta.

Los corales son muy sensibles al aumento de las temperaturas. Una potente ola de calor oceánica mató a la mitad de los corales de la Gran Barrera en 2016, y todas las previsiones apuntan a que el cambio climático multiplicará estos episodios. Por eso, en el laboratorio de SeaSim intentaban crear, a través de una ‘evolución asistida’ que selecciona los mejores óvulos y los mejores espermatozoides, un nuevo supercoral resistente al calentamiento de los océanos. Para las dos investigadoras que iniciaron el proyecto, Ruth Gates y Madeleine Van Oppen, conseguirlo puede ser la diferencia entre una desaparición asegurada de los corales o albergar una pequeña esperanza.

Fue Gates la que inspiró a Kolbert para el libro que esta acaba de publicar, titulado ‘Bajo un cielo blanco’ (editorial Crítica). La bióloga marina creía que nos dirigimos a un futuro en el que la naturaleza ya no es del todo natural. El ensayo recopila esta historia y muchas otras en las que el ser humano está modificando el medio ambiente para intentar salvarlo. No todo es ‘evolución asistida’. Hay geoingeniería, modificaciones genéticas o incluso introducción de especies invasoras. Porque no siempre hay buenas ideas. Les ocurrió a mediados de los 60 en EE.UU., cuando para evitar tratamientos químicos, pensaron en introducir carpas asiáticas en el agua para mantener a raya las algas. Hoy estos peces, convertidos en plaga, han invadido buena parte del río Misisipi en detrimento de otras especies autóctonas y amenazan con llegar a los Grandes Lagos.

«Estamos interviniendo en sistemas muy complejos y a veces ni podemos ni sabemos anticipar todo lo que va a pasar», dice Kolbert. Este peligro se plasma en muchas de sus historias, que empiezan aspirando a un resultado y a veces lo alcanzan, pero en otras ocasiones hay efectos secundarios inesperados. Lo que tiene claro Kolberg, tras más de veinte años como reportera ambiental, es que la humanidad va a seguir interviniendo en la naturaleza. «No hay una opción disponible para decir “no vamos a intervenir nunca más”», asegura.

El problema radica en que el planeta y el cambio climático han llegado a un punto en el que arreglar la situación requiere más intervención humana, cree la periodista. Pero hay que ser cuidadosos. «Quizá no hay más alternativas y no son malas alternativas, pero también van a causar problemas». Son soluciones desesperadas, y las soluciones desesperadas nunca son óptimas.

Una de las más polémicas es la geoingeniería solar. En un contexto de cambio climático, funciona bajo la premisa de reducir la luz del sol que llega a la tierra, evitando así que aumenten las temperaturas y los indeseados efectos del calentamiento global. En resumen, se trata de tapar el sol. Para ello, los científicos se plantean lanzar diamantes a la estratosfera, que actuarían como reflectantes, o utilizar carbonato de calcio para dispersar la luz. El lanzamiento del primer globo a la estratosfera en uno de estos proyectos estaba planificado para este verano en Suecia, aunque finalmente las dudas sobre sus efectos secuandarios lo ha paralizado.

Kolbert reconoce que algunas de la alternativas que ha investigado le han llegado a asustar, incluida la edición genética. «El CRISPR es algo enorme, algo que ya está ocurriendo. En muchos casos hay muchas leyes, mucha burocracia, antes de llegar legalmente a soltar estos organismos genéticamente modificados al mundo. Pero como muestro en el libro, cada vez más, cualquiera puede modificar genéticamente un organismo». Ella lo hizo en su cocina, con un kit comprado por internet.

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here